A diario se producen violaciones de datos. Solo en 2019, quedaron expuestos 4100 millones de registros a escala internacional. Además de eso, hay que considerar todos los datos personales robados que ya circulan en las áreas oscuras de internet, que brindan a cualquiera que tenga los conocimientos y las herramientas adecuadas los medios para usurpar la identidad de otra persona o cometer otros actos maliciosos. Por eso, no resulta tan sorprendente que, en un reciente estudio global, uno de cada tres afirme haber sido víctima de un ciberdelito.
Poner en el punto de mira a una empresa que tenga grandes bases de datos resulta mucho más provechoso a la larga que centrarse en una persona. Eso se debe a los cientos de miles de credenciales y otros datos personales que los ciberdelincuentes pueden obtener con un único ataque exitoso.
Además, la mayoría de la gente hoy guarda sus documentos importantes en la nube, no directamente en su ordenador. En consecuencia, si una empresa sufre un ataque, corre el riesgo de ser víctima también, ya que estos datos personales posteriormente se explotan con fines delictivos. Dicho con otras palabras: el software antivirus no puede ayudar a la persona a evitar que roben sus datos personales si ni siquiera son el objetivo de los ciberdelincuentes
Hoy en día, moverse en la sociedad sin enviar información personal a través de los servicios digitales es prácticamente imposible. Utilizamos estos servicios virtualmente todo el tiempo en nuestra vida cotidiana. Los utilizamos cuando compramos, antes de viajar y durante nuestros viajes, cuando trabajamos o estudiamos, cuando jugamos a juegos y vemos la tele, etc. Cuando cerramos sesión o apagamos nuestro ordenador, los datos que hemos enviado seguirán estando en los servidores de la empresa, abiertos a ataques. Teniendo en cuenta que incluso empresas como Facebook y Google han sido vulneradas (y ellos tienen vastos recursos y tecnología a su disposición), no nos queda más remedio que asumir que ninguna empresa es segura.
En caso de ser víctima de una usurpación de la identidad, le pueden cargar bienes, servicios o préstamos comprados o suscritos en su nombre, pero que se entregan a otra persona. Si usted, como víctima, tiene dificultades para probar que no ha sido el comprador, la cosa puede desembocar en reclamaciones de pago que acaben en el recobro de impagos.
El aspecto emocional también es importante. Verse bloqueado de una cuenta, sabiendo que otra persona tiene acceso a ella, es suficiente para provocar estrés y frustración. Si el delincuente amenaza con suprimir documentos personales o distribuirlos y hacerlos públicos, puede desembocar en indignación, angustia o vergüenza.
Al tener acceso a sus cuentas privadas, como el correo electrónico, las redes sociales, los sitios de citas y la agenda telefónica, el infractor puede hacerse pasar por usted y dañar su reputación mediante diversas publicaciones. Pero también intentando aprovecharse de sus amigos pidiéndoles que le presten dinero u otra información en la creencia de que están hablando con usted.
Calcular el alcance del daño lleva mucho tiempo y normalmente requiere conocimientos especiales para llegar a buen puerto. Impugnar reclamaciones injustificadas podría resultar difícil y no garantiza que se vayan a revocar. La carga de la prueba es amplia, al igual que lo es el tiempo necesario para ello. Además, a menudo también tendrá que dedicar tiempo y esfuerzo intentando recuperar la información y avisar a amigos, etc.
El ser humano siempre ha intentado proteger sus pertenencias físicas de distintas formas. Este comportamiento está muy enraizado en todos nosotros. Frente a qué y cómo es lo que ha cambiado con el paso del tiempo, a medida que nos adaptamos a las circunstancias y al mundo en el que vivimos.
Hoy en día, vivimos en un mundo digital que no solo nos brinda nuevas oportunidades, sino también nuevas amenazas y, por lo tanto, tenemos que actuar en consonancia para salvaguardar nuestra vida cotidiana, al igual que hemos hecho siempre en otras áreas. La usurpación de la identidad es ahora uno de los delitos del mundo qué más rápido está creciendo. Por eso, protegerse contra este delito debería ser tan natural y obvio como cerrar con llave la puerta del coche o de casa o la instalación de otros tipos de alarmas.
Tener una alarma digital que le avisa si sus datos personales están en peligro es el siguiente paso. Al saberlo, puede actuar antes de que le usurpen la identidad, evitándole tener que lidiar con los problemas económicos, emocionales y engorrosos que implica ser víctima de este tipo de delito.
Desde 2015, hemos trabajado sin cesar con el fin de hacer que los aspectos digitales de la vida sean más sencillos y seguros para las personas, las corporaciones y las organizaciones.
Somos especialistas y pioneros en el campo de las soluciones de protección proactiva de la identidad. Empleamos nuestra propia tecnología propietaria y satisfacemos los máximos estándares de seguridad y cumplimiento.
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